Huelva. Bruselas ha puesto sobre la mesa la necesidad de impulsar un plan de reconstrucción para hacer frente a los efectos devastadores que está provocando en la economía la crisis sanitaria por el CoVid-19. Una recuperación que requerirá del esfuerzo conjunto de las administraciones públicas, del tejido productivo, de las empresas, de todos los actores económicos, y que también exigirá el desarrollo de nuevos modelos de producción, más eficientes y sostenibles. La pandemia ha dado alas a un nuevo paradigma que ya se anunciaba con el cambio climático, el agotamiento de algunos recursos naturales o el aumento de la desigualdad en el mundo. Y en este nuevo escenario, el cobre será clave para el desarrollo sostenible, la transición energética, la nueva revolución tecnológica y la sanidad.

La lucha contra la crisis sanitaria CoVid-19 ha puesto de manifiesto la excesiva dependencia de Europa de las materias primas estratégicas clave de otras regiones. Ahora debemos aprender, subrayó recientemente Guy Thiran, director general de Eurometaux. Efectivamente, esta revolución y transformación económica duplicará las cifras de demanda de metales básicos de aquí a 2050, entre ellos se encuentra el cobre.

Y si Europa es deficitaria ¿Cómo va a soportar este fuerte incremento? La respuesta la tiene nuestro consejero delegado, Javier Targhetta. Redoblando esfuerzos en explorar y explotar recursos minerales y también en pasar de la tradicional explotación lineal de recursos a la economía circular.

Transición energética

Informes recientes del Banco Mundial y la Agencia Internacional de la Energía han confirmado que la transición energética posterior a esta pandemia necesitará un suministro fiable de metales y minerales esenciales, como el cobre, ya que las tecnologías de energía limpia suelen requerir más minerales que las basadas en combustibles fósiles.

En las tres próximas décadas, como mínimo, continuará la paulatina sustitución de las energías fósiles por renovables y se desarrollará la electrificación del transporte y de los hogares. El crecimiento demográfico y la tendencia a la urbanización de la sociedad sigue incrementándose. En 2040 en el mundo habrá 500 millones de hogares más que hoy con alto grado de electrificación. Sólo este fenómeno requerirá un consumo acumulado de ahora a entonces de 25 millones de cobre. Cada megavatio instalado de energía eólica precisa entre 4 y 5 veces más cobre que las energías convencionales y, asimismo, mucho más acero, mientras que la energía fotovoltaica requiere de entre 1,5 y 2 veces más. El níquel, el cobalto y el litio son esenciales para el almacenamiento de energía eléctrica, prosigue Targhetta.

Dichos informes apuntan, en síntesis, tres recomendaciones claras para que Europa restablezca su autonomía estratégica y haga posible su liderazgo climático y digital: hacer avanzar la Economía Circular, invertir en la minería y el refinado sostenibles, y asegurar un suministro diversificado de materias primas. Por todo ello, a medida que se acelere el despliegue de tecnologías de energía limpia, la demanda de minerales fundamentales aumentará considerablemente. En el caso de algunos minerales, las transiciones energéticas son ya la principal fuerza impulsora del crecimiento de la demanda.

En este contexto, el Covid-19 nos ha dado la oportunidad de poner en valor el carácter esencial de la producción minera, uniendo en un círculo virtuoso seguridad y abastecimiento para atender a nuestros hospitales y a las necesidades sociales derivadas de la expansión del virus. Buen ejemplo de ello ha sido nuestra planta de Huelva, desde la que hemos contribuido con nuestros productos, principalmente cobre y ácido sulfúrico, a las cadenas de suministro de los sectores sanitario, químico y alimentario, ha declarado Targhetta.

Dependencia europea

La producción de cobre, esencial para el diseño y construcción de este futuro sostenible, constituye un claro exponente de esta dependencia del Viejo Continente. Europa se posiciona como el segundo consumidor del mundo (5,1 millones de toneladas/año), por detrás de Asia Continental (14,7 millones de toneladas/año). Sin embargo, en cuanto a la producción de cobre es la menor del planeta (1 millón de toneladas/año). España, y en concreto Andalucía, es el segundo mayor productor de cobre de Europa después de Polonia.

En consecuencia, el cobre será una materia prima estratégica para la implantación de este gran Pacto Verde. Y Andalucía y, en concreto Huelva, serán actores principales. Esta crisis ha demostrado la importancia del autoabastecimiento de las materias primas. Europa está preocupada y debe dar respuesta a este tema con más investigación e innovación. La Economía Circular puede ser un buen punto de partida para equilibrar este déficit, ha comentado Targhetta.